La historia del hijo pródigo, que Jesús contó hace mucho tiempo, sigue siendo una enseñanza poderosa para nuestra vida hoy. Jesús dijo: “Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde’; y les repartió los bienes.” (Lucas 15:11-12 RVR1960) El hijo menor quería ser independiente. No confiaba en la guía de su padre y creyó que podía manejar su vida solo. Nos pasa también hoy: queremos tomar nuestras propias decisiones sobre la carrera, las amistades o incluso sobre cómo usar nuestro tiempo, sin detenernos a escuchar la voz de Dios. Poco tiempo después, el joven reunió todo lo que tenía y se fue a un lugar lejano. Allí desperdició sus bienes viviendo sin control. (Lucas 15:13 RVR1960) Esto nos invita a reflexionar: ¿Cómo estamos usando lo que Dios nos ha dado? A veces gastamos nuestra energía en discusiones que no llevan a nada, horas interminables en redes sociales comparándonos con otros, o nuestros talento...